Jorge Mario Díaz Luengas
Director Ejecutivo de Agrosavia
Estos años pasarán a la historia como años de retos y cambios profundos en la humanidad. No ha sido fácil afrontar esta pandemia, que ha obligado a los gobiernos y las personas de todo el mundo a aislarse socialmente, cambiar sus rutinas e implementar hábitos como el lavado de manos constante y el uso de tapabocas para mitigar la propagación de la COVID-19. Así mismo, el sector agropecuario no ha sido ajeno a estas circunstancias: nuestros productores han sido perjudicados fuertemente por los problemas de transporte, abastecimiento, precios, entre otros; también, han sido afectados los prestadores del servicio de extensión, la comunidad científica y académica, la institucionalidad y los consumidores finales.
Por supuesto, es nuestro deber capitalizar e institucionalizar los aprendizajes que nos ha dejado la situación actual. En Agrosavia, esto nos ha impulsado a seguir trabajando con fuerza y optimismo para responder a los problemas reales del sector. Por esta razón, hemos priorizado la investigación y la vinculación de ofertas tecnológicas que impactan en la producción sostenible de alimentos y en la calidad de vida de productores y consumidores. Este importante trabajo no lo podríamos realizar con eficiencia y éxito si no contáramos con el valioso trabajo de transferencia y gestión del conocimiento que efectúan las y los extensionistas de los entes territoriales, las entidades públicas y privadas, los gremios, las asociaciones y las organizaciones no gubernamentales, quienes trabajan hombro a hombro con los productores agrícolas y pecuarios en todo el territorio nacional.
Hace unas semanas leí una columna de Moisés Wasserman, titulada Vacuna vs. vacunación[1], donde explicaba cómo el desarrollo de vacunas por sí solo no es nuestra salvación frente a un virus como este, sino que es realmente la vacunación de la población la que hace, en muchos casos, la diferencia entre la vida y la muerte. En ese mismo sentido, y haciendo una analogía, la oferta tecnológica —que por sí sola no salva ni transforma— sería como una vacuna que requiere de la capacidad de una “vacunación masiva” en manos de los extensionistas integrales y de los productores que efectivamente reconozcan su importancia. Es un tema de investigación, transferencia de tecnología, logística y adopción.
En Agrosavia, tenemos un gran compromiso con la extensión agropecuaria, por medio de nuestro soporte al Subsistema de Extensión Agropecuaria del SNIA, tal como lo concibe la Ley 1876 de 2017. En ese sentido, con la gestión de la comunidad Linkata, su plataforma web, las redes sociales y las redes regionales de extensión, en conjunto con las plataformas Siembra y la Biblioteca Agropecuaria de Colombia (BAC), soportamos la gestión para fortalecer las capacidades, estrechar los vínculos de confianza y gestionar conocimiento agropecuario entre los técnicos, tecnólogos y profesionales que prestan el servicio de extensión.
Entendemos que la extensión, como puente que permite transitar entre la ciencia y la producción agropecuaria, es determinante para lograr el cambio técnico en el campo. Por eso, seguimos haciendo un esfuerzo incansable para que el ejercicio científico sea pertinente y cercano a las necesidades reales de los productores, con el propósito superior de alcanzar la transformación sostenible del campo colombiano con el poder del conocimiento.
Sea esta una oportunidad para agradecer por su arduo trabajo de extensión y asistencia técnica, su resiliencia en medio de las dificultades y su enorme compromiso con el agro en Colombia.
¡Gracias!
[1] Wasserman, M. (03 12, 2020). Vacuna vs. vacunación. El Tiempo. Recuperado de https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/moises-wasserman/columna-de-moises-wasserman-sobre-la-vacuna-y-su-distribucion-552769
Acceda a la edición completa de Linkeando: El Boletín del Extensionista Agropecuario en este enlace: http://hdl.handle.net/20.500.12324/36671
Comentarios
En Colombia no estamos simplemente ante un problema de tecnologías, conocimientos o métodos de aprendizaje, mucho menos de transferencia del conocimiento o de tecnologías, es algo mucho más grave, en Colombia tenemos unas clases dirigentes, políticas y económicas, que desde siempre han estado de espaldas a las potencialidades agropecuarias de nuestro país, jamás han querido ver todas las ventajas comparativas que tiene Colombia frente a la mayoría de países del planeta en el campo natural, agropecuario y ambiental, al poseer recursos hídricos incomparables en pleno proceso de destrucción, más horas sol al día que a muy pocos le importa, y mientras esta actitud dirigencial permanezca y se mantenga es muy poco lo que se puede lograr en el tema productivo y empresarial con nuestra agricultura. Aquí se prefiere importar que producir, se prefiere explotar recursos naturales mineros que dar empleo produciendo alimentos, además que se prefiere la acumulación de la tierra en pocas manos a tener que repartirla, igual sucede con la opción entre la vida y la muerte, entre la guerra y la paz, entre la inequidad y la justicia social..
Es necesario difreenciar los roles que cumplen los técnicos, tecnólogos, proesionales y otros ctores, en un programa de extensión. Cada uno tiene un perfil, unas funciones, unas responsabilidades. Esto es fundamental para elaborar planes de trabajo serios y de capacitación (actualización) de los diferentes actores comprometidos en los retos dsel desarrollo rural.