Desde mediados de los años noventa del siglo pasado, se ha intensificado el número y frecuencia de pandemias de carácter zoonótico de diverso origen, especialmente asiático, y que coinciden con la industrialización intensiva de las actividades pecuarias, con mayor impacto en la producción avícola y porcícola. La lista de enfermedades latentes o desatadas por estos sistemas confinados que van desde los diferentes tipos de encefalitis, hasta agentes respiratorios causados por pestes porcinas y aviares que al mutar con especies silvestres receptoras o transmisoras del tipo Sars, H1N1 sin descartar totalmente el actual Covid 19, que se origino en un mercado de alimentos, nos obligan a introducir correctivos de fondo a nuestra visión productivista del campo.
En ese sentido se ha avanzado con las denominadas Buenas Prácticas Ganaderas BPG, que en buena medida respondió a la crisis del Jacob-Kreuzfeld de hace treinta años en vacunos y ovinos y que son obligatorias en la Unión Europea. En esa dirección es indispensable universalizar esta reglamentación para las especies menores arriba señaladas y Colombia, no obstante sus progresos en bioseguridad, deberían ser impuestas para cualquier explotación o plantel comercial.
El concepto de Bienestar Animal es medular en esta estrategia y las reglamentaciones futuras podrán acercarse a lo que otro tipo de legislaciones como la ecológica aplican con éxito al respecto. Esto será extensivo al resto de eslabones como embarque, transporte, centros de sacrificio y los lugares de comercialización, en especial donde se manipulan animales vivos.
Finalmente, el consumidor tendrá la última palabra en reordenar el mercado, porque nada más y nada menos que está su salud de por medio.
Comentarios
Lo más desconcertante es que la humanidad no quiere aprender de sus errores, pues sigue corriendo el tiempo y no se vislumbran cambios de actitudes en los manejos y relaciones con la naturaleza, sigue imperando el negocio y la producción como únicos objetivos, por más que se conozcan protocolos y manejos que sirven para paliar los efectos que produce la sobreexplotación del planeta, entre ellos la aparición de las enfermedades y plagas, hasta el extremo de pandemias. Claro que también existen diversas teorías conspirativas, que señalan una manipulación indebida en laboratorios que trabajan con todo tipo de microorganismos, incluso en algunas se plantean oscuros objetivos económicos y políticos, que buscar ganancias con nuevas vacunas, hasta intentar controlar el crecimiento desbordado de la población humana a través de muertes provocadas. En fin, que desde que la verdad se convirtió en otro bien por el que hay que pagar, las mentiras se han impuesto sobre la humanidad, y ya muy pocos saben cual es la realidad de este todo en permanente ebullición.