Aunque la humanidad ha venido avanzando, a pasos agigantados, en muchos campos y aspectos, principalmente en lo que atañe a la ciencia y a la tecnología, en lo que respecta a los temas más importantes para la supervivencia y convivencia de todos los seres vivos en general, vamos como los cangrejos, o sea de para atrás; y por ello hoy nos tenemos que encontrar ante situaciones tan alarmantes, y aberrantes, como son el tremendo deterioro de la naturaleza y del medio ambiente, la terrible descomposición social y moral de las sociedades, el gigantesco desprecio por la vida, sea ésta humana o de cualquier tipo, y muchos otros aspectos por el estilo.
Sin embargo, en los asuntos que tienen que ver con los avances del conocimiento, y de los medios de comunicación para enterarnos de la información del mismo, estamos enfrentándonos ante descubrimientos que antes parecían temas improbables e inconcebibles, como si fuesen de ciencia ficción, o fueran cuentos de fantasía, pero qué, al irlos constatando, nos deberían estar haciendo reaccionar de forma urgente e inmediata, y a la vez, obligándonos a tomar decisiones trascendentales con respecto al trato que debemos darle a la Tierra, como si fuera nuestra madre, Gaia, como la denominaban los antiguos griegos, o la pacha mama según nuestros pueblos originarios, fuente de la bioma, y con ella a los demás organismos vivos.
Entre esos conocimientos están los que tienen que ver con las certezas que se tiene, desde hace bastante tiempo, de que todos los animales sienten y sufren ante el manejo y maltrato que les deparamos, como igualmente estamos conociendo, con recientes descubrimientos que indican y demuestran que los organismos vegetales, al igual que la mayoría de los microorganismos, o sea hongos, bacterias y hasta los virus también sienten y piensan, comprobándose incluso que tienen ciertos niveles de conciencia, y de conocimiento de su propia realidad. Así se ha podido descubrir que los árboles, y las plantas en general, muestran y tienen sentimientos hacia sus propias descendencias, además que construyen relaciones con otro tipo de organismos, como se ha comprobado con la relación simbiótica que efectúan con ciertos hongos del suelo, para que a través de sus estructuras miceliales generen canales de comunicación con los individuos de su propia especie. También que generan internamente reacciones químicas, a conciencia, para con ellas poder defenderse de los ataques que provocan los animales cuando éstos tratan de alimentarse de su follaje, como ya lo expuse en un artículo anterior, al comentar unos estudios realizados por una científica canadiense.
Ahora han salido a la luz pública nuevos estudios, de otras universidades del mundo, una de ellas es la Universidad de Tel Aviv en Israel, donde señalan que a plantas de tomate y de tabaco les han podido detectar que sienten físico dolor, y que lo manifiestan a través de especies de gritos efectuados con ondas de sonido, que aunque no son audibles para el oído del ser humano, sí lo son para los insectos y ciertos animales, como también por instrumentos especializados, demostrándose así que las plantas sufren dolor ante las podas y talas que se les realizan, y ante el estrés que padecen cuando les hace falta humedad. Igualmente, en la Universidad de Wake Forest, de Carolina del Norte, en Estados Unidos, publicaron en la revista Science, en septiembre pasado, experimentos donde han recogido la reacción de ciertas plantas de crucíferas (arabidopsis thaliana) reaccionando a la mordida de insectos y al corte de algunas de sus hojas.
Sí después de tantas evidencias de la existencia de conciencia y sentimiento físico por las demás especies vivas, y seguimos actuando igual, o sea en contra de los demás organismos vivos, habrá que cuestionarnos sí los inconscientes son ellos o nosotros.
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